Si invocamos la presencia de Dios
con insistencia y nos mantenemos a su lado, Él se hará presente. Contaremos con
uno de sus enviados porque no defrauda el llamado. Su enviado no pertenece a
este mundo, pero llega de inmediato porque para Dios no hay imposibles. Su auxilio,
Su compañía es perfecta, nos salva, nos protege.
Dios no es vacilante, nos pide
firmeza.
Dios es nuestra roca, nos pide
que actuemos con fe.
Dios escucha nuestro llamado, nos
pide insistencia.
Dios no tarda, nos pide postura.
Dios es transparencia, nos pide
cumplimiento.
“El Señor afianza los
pasos del hombre
y se ocupa de sus
caminos.
Aunque caiga, no
quedará postrado,
pues el Señor lo
sujeta de la mano.
Fui joven, ya soy
viejo:
nunca he visto a un
justo abandonado
ni a su descendencia
mendigando pan.
A diario se compadece
y presta:
su descendencia es
una bendición.”
(Salmo 37, 23-26)
La insistencia es doble: insistir
en el cumplimiento e insistir en la oración con postura.