La absolución de los pecados es el proceso mediante el cual
se ora insistentemente para alcanzar el perdón. Donde el pecador arrepentido, pide
perdón a Dios, para ser perdonado, y así poder alcanzar su conversión:
“Mt4:17 Desde entonces Jesús empezó a
proclamar este mensaje:
“Conviértanse, porque el Reino de los Cielos
está ahora cerca”.
El pecador debe insistir a Dios para lograr ser escuchado, y
así ser atendido:
“Mt7:7 Pedid y os darán; buscad y encontrareis; llamad y os abrirán.”
Los lugares de muerte, tierra de paganos, es visitada por el
Señor:
“Mt4:15 Tierra de Zabulón y
tierra de Neftalí, en el camino hacia el mar, a la otra orilla del Jordán,
Galilea, tierra de paganos, escuchen:
16La gente que vivía en la
oscuridad ha visto una luz muy grande; una luz ha brillado para los que viven
en lugares de muerte.”
La Ley de Dios rige todo lo Creado; y es la base para el
reconocimiento de los pecados. Son muchos los que no leen la Palabra del Señor
y no tienen entendimiento de la Ley de Dios, por ende, estar en desconocimiento
de ser pecadores: de pensamiento, palabra, obra u omisión:
“Ex24:12 Yave dijo a Moisés:
“Sube a lo más alto del monte y detente
allí. Yo te daré unas tablas de piedra con la enseñanza y los mandamientos que
tengo escritos en ellas, a fin de que los enseñes al pueblo”.
Hay que leer y pedir al Señor sabiduría para entender. El
Señor tiene servidores que tienen las capacidades para hacer entender la
Palabra, evangelizadores en todo el mundo.
Vivir con Dios, es vivir en Su Camino; entendiendo y
practicando sus enseñanzas:
“Deu6:25 El camino recto para nosotros consiste en guardar y practicar
estos mandamientos como Él lo ha ordenado.”
Vivir apartados de Dios, hace que se desconozca Su Palabra y
Su Ley; cuya consecuencia será el perecer ante Su Presencia:
“Deu8:19 Pero, si olvidas a Yavé y sigues a
otros dioses, si les das culto y te postras ante ellos, te advierto desde ahora
que perecerás sin remedio. 20 Del mismo modo que Yavé destruyó las naciones que
les cerraban el camino, así también perecerán ustedes si desobedecen a Yavé, su
Dios.”
Sabemos que hemos pecado porque lo sentimos; incumplimos la
Ley de Dios:
“Sal50:3 Ten piedad de mí, oh
Dios, en tu bondad, por tu gran corazón, borra mi falta.
4Que mi alma quede limpia de
malicia,
Purifícame de mi pecado.
5Pues mi falta yo bien la conozco
Y mi pecado está siempre ante mí;
6contra ti, contra ti solo pequé,
Lo que es malo a tus ojos yo lo
hice.
Por eso en tu sentencia tu eres
justo,
No hay reproche en el juicio de
tus labios.”
Ya arrepentidos, por nosotros mismos y no por otros, pues la
responsabilidad es individual, y habiendo sido perdonados por Dios, debemos
comprometernos a no pecar nuevamente.
Dios todo lo trasciende y conoce al pecador:
“Sal51:3 ¿Acaso serás un valiente porque
haces el mal,
Tu que meditas en crímenes todo el dia?
4Una navaja afilada es tu lengua,
Hacedor de imposturas.
5Amas el mal más que el bien,
Prefieres la mentira a la verdad.
6Lengua embustera,
Que te gusta lanzar toda palabra que hace
mal.
7Pues Dios te quebrará sin remedio,
Te va a tomar y echarte de tu tienda,
Y extirpar a tus hijos de la tierra de los
vivos.”
Busquemos a Jesús y él nos atenderá:
“Mt12:18 Mirad a mi siervo, a quien yo elegí;
A mi predilecto, en quien se complace mi alma.
Sobre el pondré mi espíritu,
Y el dictará equidad a las naciones.
19 No porfiará ni gritará,
Y nadie oirá su voz en las plazas.
20 La caña cascada no la
quebrará,
Y no apagará la mecha mortecina,
Hasta que haga triunfar el juicio
21 y en su nombre pondrán las naciones su esperanza.”