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sábado, 25 de marzo de 2017

Las acciones y sus consecuencias



“Ustedes dirán: ¿hasta cuándo vamos a leer lo mismo? Yo me digo, y les digo: Pues todas las veces que sea necesario, cuando Dios lo indique.

“Es un pueblo rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quieren oír la Ley de Yahveh; que dicen a los videntes: “No vean”, y a los profetas: “No profeticen verdades, dígannos cosas halagüeñas, profeticen ilusiones; apártense del camino, desvíense del sendero, déjennos en paz, con tanto repetir: ¡El Santo de Israel!”. Isaías 30, 9-11.

“Respondió la mujer a la serpiente: “Del fruto de los árboles del jardín podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del jardín dijo Dios: “No coman de él, so pena de muerte”. Génesis 3, 2.

“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el malo, de su mal tesoro saca lo malo. Pues de lo que rebosa del corazón habla su boca. ¿Por qué me llaman: ¡Señor! ¡Señor!, y no hacen lo que les digo?

Les voy a decir a quién se parece todo el que viene a mí, oye mis palabras y las pone en práctica. Se parece a un hombre que, al ponerse a construir una casa, cavo y ahondo y puso los cimientos sobre la roca; cuando llego la crecida, el torrente se precipito contra aquella, pero no pudo derribarla, por estar bien construida. En cambio, el que oye pero no practica, se parece a un hombre que se puso a construir una casa a flor de tierra, sin cimientos; cuando el torrente se precipito contra ella, enseguida se derrumbó, y el desastre de aquella casa fue completo”. Palabras de Jesús en Evangelio de Lucas 6, 45-49.


Las consecuencias vienen de una misma fuente, del saber escuchar y poner atención a la Ley, al cumplirla estamos salvados y al incumplirla pues, no. “So pena de muerte”, como bien dice Dios. Cuando nos hablan de muerte, nos imaginamos un sepulcro, pero la peor muerte que se puede presenciar es la muerte espiritual y la segunda muerte.
De los buenos, entonces El Libro de la Vida:

“Al Ángel de la Iglesia de Sardes escribe: <<Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: “Conozco tus obras. Se dice que  vives, pero estas muerto. Mantente alerta y reanima al resto que estaba a punto de morir, pues delante de mi Dios no he encontrado completa tus obras. Recuerda, pues, ¿cómo recibiste y escuchaste mi palabra?, guárdala y conviértete. Porque, si no estás alerta, vendré como ladrón, sin que sepas a qué hora será mi llegada. Pero tienes en Sardes unas pocas personas que no han manchado sus vestiduras. Estos andarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos. El que venza será vestido así, con vestiduras blancas. No borrare jamás su nombre del Libro de la Vida, y proclamare su nombre ante mi Padre y ante sus Ángeles”. El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias>> Apocalipsis 3, 1-6. (Carta a la Iglesia de Sardes)


De los buenos, entonces La Corona de la Vida, y de los malos, entonces la muerte segunda:

“Al Ángel de la Iglesia de Esmirna escribe: <<Esto dice el primero y el último, el que estuvo muerto y volvió a la vida: “Conozco tu tribulación y tu pobreza – aunque eres rico – y la maledicencia que proviene de los que dicen ser judíos y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas por lo que vas a padecer. Mira: el diablo va a arrojar a algunos de ustedes a la cárcel para que sean probados, y tendrán tribulaciones por diez días. Se fiel hasta la muerte y te daré la Corona de la Vida”. Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu de las Iglesias. El que venza, no sufrirá daño de la muerte segunda>> Apocalipsis 2, 8-11. (Carta a la Iglesia de Esmirna)