En el mes de Abib, mes de Nisán, mes
de Marzo, Yahveh saco de Egipto al pueblo oprimido por el Faraón.
Dios siempre escucha el llamado
de angustia de los oprimidos y siempre tiene Su momento para liberarnos.
Sepamos pedirle a Dios, que seamos nosotros, como pueblo o personas oprimidas,
ser liberados.
Yo soy testigo fiel, de haber
sido liberado y salvado por Dios, en este mes.
“Se abrieron las aguas verde turquesa, y camine por el sendero que está
entre las aguas de la izquierda y las aguas de la derecha. El lecho marino aún estaba húmedo, con el agua retenida, solo esperando llegar al
otro extremo, para luego volverse a unir; mis pisadas apenas se hundían, y pase ileso hasta
llegar a Jesús, que me esperaba al final de esa travesía, diciéndome con alegría:
“Dónde estabas?, te estaba esperando.”.
Cuando Dios libera, nunca deja
solo al pueblo liberado, le da su respaldo y soporte con mucho amor, desde el
principio hasta el fin.
“Yahveh iba delante de ellos: de día en columna de nube, para guiarlos
por el camino; y de noche en columna de fuego, para alumbrarlos, a fin de que
pudieran caminar de día y de noche”. Éxodo 13, 21.
Doy gracias a Dios por ese
momento importante, en mi vida personal, cuando Él escucho mis llantos y mi
angustia, y bajo a salvarme, y me salvo. Y no solo me salvo, me bendijo y me
premio con este Santo Don de escribir sus voluntades, para todos los que coman
y beban.
Así le doy Gloria.
“Pero dale gracias a Dios con sacrificios, y cumple tus mandas al
Altísimo; invocare en el día de la angustia, te librare y tú me darás gloria.”
Salmo 50, 14.
Sacrifiquémonos en tiempo, esfuerzo y entrega, a Él.
“Me honra al que da gracias con sacrificios, pero al que va por camino
recto, le hare ver la salvación de Dios”. Salmo 50, 23.
“Dijo Moisés al pueblo: <<Acuérdense de este día en que saliste
de Egipto, de la casa de la esclavitud, porque Yahveh los saco de allí por la
fuerza de su mano. No comerá pan fermentado. Salen hoy, en el mes de Abib.” Éxodo
13, 3.
“durante
siete días comerás ázimos, y no se verá pan fermentado en tu casa, ni levadura
en todo tu territorio. Ese día instruirás a tu hijo, diciéndole: “Esto es por
lo que Yahveh hizo por mi cuando salí de Egipto”. Éxodo 13, 6.
Agradezcamos las veces que hemos sido
salvados, porque el esfuerzo celestial es enorme. Las veces que recibimos Mana
es un momento de Gloria, porque la comida celestial pocos la comen, porque no
la buscan, o no la aprecian, porque no la quieren.
Atendamos a Jesús a cada instante,
como cuando se tiene a un bebe recién nacido.
Él nos está llamando y espera por
nosotros.
“Él se entregó por nosotros, ahora nosotros entreguémonos a Él. En
nombre de Cristo le rogamos: “déjense reconciliar con Dios”, Dios hizo cargar
con nuestro pecado, para que así nosotros participáramos en él, de la justicia y perfección de Dios”. 2Corintios
5, 20.