Salmo 9,
1-8 |
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“Yo te alabo, Señor, con todo
el corazón, |
Alef |
Refiriendo tus numerosas
maravillas. |
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En ti gozo y exulto |
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Y canto salmos a tu Nombre,
Altísimo. |
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Cuando mis enemigos
retroceden, |
Bet |
Tropiezan y perecen ante tu
presencia, |
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Pues tú llevas mi causa y mi
litigio, |
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Sentado en tu tribunal de
justo juez. |
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“Tu repruebas a los pueblos,
extirpas al impío |
Guimel |
Y borras sus nombres para
siempre: |
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Perece el enemigo en ruina
sempiterna, |
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Arrasas sus ciudades, se
pierde su recuerdo. |
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Pero el Señor se sienta para
siempre, |
He |
Apresta el tribunal para el
juicio.”
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Salmo 33, 1-6. |
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“Bendeciré al Señor en todo
tiempo, |
Alef |
Sus alabanzas siempre en mi
boca. |
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Mi alma se gloria en el Señor |
Bet |
Y, al oírlo, se alegran los
humildes. |
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Alabad conmigo al Señor, |
Guimel |
Ensalcemos al unísono su
Nombre. |
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Cuando busco al Señor, Él me
responde |
Dalet |
Y me libra de todos mis
terrores. |
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Poned en Él los ojos, estad
radiantes |
He |
Y no tengáis los rostros
abatidos.”
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Salmo 36, 1-9. |
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“No te enojes por causa del
impío |
Alef |
Ni envidies al autor de
iniquidad, |
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Pues presto como el heno
languidecen |
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Como la hierba verde se
marchitan. |
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Confía en el Señor y obra
bien: |
Bet |
Moraras en el país |
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Y de tu fidelidad tendrás
contento. |
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Deja al Señor tus
suertes, |
Guimel |
Y abandónate a Él, que Él
obrara. |
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El pondrá en plena luz tu
causa justa |
Dalet |
Y en claror de mediodía, tus
derechos. |
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Apacigua tu ira y no te
enfades |
He |
Ni te enojes, quizá para hacer
mal. |
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Serán abatidos los malvados |
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Y el que espera en el Señor
tendrá al país. ”
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“Aleluya. |
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Salmo 110, 3. |
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Alabare al Señor con todo el
corazón, |
Alef |
En el consejo de los justos |
Bet |
Y en la plena asamblea. |
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Grandiosas son las obras del
Señor, |
Guimel |
Meditadas por todos |
Dalet |
Cuantos tienen en ella sus
contentos. |
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Su obrar es majestuoso y
esplendente, |
He |
…”
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Salmo 111,3 |
|
“Aleluya. |
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Dichoso el hombre que teme al
Señor |
Alef |
Y tiene en sus mandatos sus
contentos. |
Bet |
Pujante en el país es su
linaje, |
Guimel |
Pues la estirpe del justo es
bendecida. |
Dalet |
En su casa hay riqueza y
abundancia, |
He |
…”
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Salmo 118, 1-40. |
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“Dichosos los que, sin mancha
en su conducta, |
Alef |
La ley del Señor toman por
guía; |
|
Dichosos quienes observan sus
avisos |
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Y lo buscan con todo el
corazón, |
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Que no incurren en maldad |
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Y se guían por sus sendas. |
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Tú diste tus mandatos |
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A fin de que se cumplan con
esmero: |
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Ojala que mis pasos sean
firmes |
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En la guarda de tus leyes. |
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No quedare entonces defraudado |
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Por seguir tus dictados; |
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Con recto corazón te alabare, |
|
Al aprender tus justas
decisiones. |
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Tus mandatos yo, cierto, he de
cumplirlos: |
|
No me dejes por nada en
abandono. |
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|
|
¿Cómo podrá un joven seguir el
buen camino? |
Bet |
Cumpliendo tu palabra. |
|
Yo te busco con todo el
corazón: |
|
No permitas que me desvíe de
tus mandatos; |
|
En mi interior escondo tus
palabras, |
|
A fin de no pecar en tu
presencia. |
|
Bendito seas Señor, |
|
Enséñame tus leyes. |
|
Con mis labios yo anuncio |
|
Las decisiones todas de tu
boca. |
|
En seguir tus avisos tengo
gozo, |
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Más que en toda riqueza. |
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Tus preceptos yo quiero
meditarlos |
|
Y fijarme en tus senderos. |
|
En tus leyes me complazco: |
|
Jamás me olvidare de tu
palabra. |
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Haz merced a tu siervo: |
Guimel |
Que yo viva y guarde tu
palabra. |
|
Destápame los ojos y que vea |
|
Los misterios de tu ley. |
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Yo soy un peregrino por el
mundo: |
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No me ocultes tus preceptos. |
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Mi alma se deshace de
nostalgia |
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Hacia tus decisiones, de
continuo. |
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Tú lanzas maldición a los
soberbios |
|
Que abandonan tus leyes. |
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Ahórrame el oprobio y la
deshonra: |
|
Yo observo tus avisos. |
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Aunque se unan los grandes y
tramen contra mí, |
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Meditara tu siervo tus
mandatos: |
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Yo tengo en tus avisos mis
delicias, |
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Y ellos son mis consejeros. |
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Mi alma está tocando con el
polvo: |
Dalet |
Dame vida conforme a tu
palabra. |
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Yo describo mi camino y tú me
atiendes: |
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Adoctríname en tus
instituciones; |
|
Introdúceme al curso de tus
leyes, |
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Que yo pueda rumiar tus
maravillas. |
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Mi alma es toda llanto de
pesar: |
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Susténtame, conforme a tu
palabra. |
|
Ahórrame las sendas mentirosas |
|
Y hazme la gracia de tu ley. |
|
Yo he elegido la senda de
verdad |
|
Y hago mío tus juicios; |
|
Yo me apego a tu enseñanza: |
|
No permitas, Señor, que me
avergüence. |
|
Correré por los caminos de tu
ley, |
|
Pues tú ensanchas mis
entrañas. |
|
|
|
Instrúyeme, Señor, en tus
mandatos, |
He |
Y yo los guardare hasta el
final. |
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Dame saber y observare tu ley, |
|
La guardare de todo corazón. |
|
Encauzarme por la senda de tus
leyes, |
|
Que en ella me complazco. |
|
Pon en mi inclinación a tus
avisos |
|
Y no a mi provecho. |
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Desvía mi mirada de lo vano |
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Y haz que viva en tus caminos. |
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Haz real en tu siervo la
palabra |
|
Que lleva a tu temor. |
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Aparta de mí el oprobio del
recelo, |
|
Pues tus decisiones son
amables. |
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Mira mi amor a tus mandatos |
|
Y hazme vivir en tu justicia.” |
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