¿Por qué? y ¿Para qué?, Dios elige.
En el Santo Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Las respuestas del ¿Por qué Dios elige? y ¿Para qué Dios
elige?, están embebidas en las Sagradas Escrituras, dichas respuestas se van
encontrando, a través del contenido de la historia descrita en las mismas: “La Biblia”.
Es de importancia destacar que, todo texto bíblico fue colocado en cursiva.
Es de importancia destacar que, todo texto bíblico fue colocado en cursiva.
“A Set también le nació un hijo, y le puso el
nombre de Enos; él es el que empezó a invocar el Nombre de Dios.”
Génesis 4, 26.
“<< Henoc anduvo con Dios hasta que Dios
se lo llevo: sencillamente desapareció. >> Génesis 5, 24.
“<< Noé fue en su tiempo un hombre justo
y que se portó bien en todo; Noé caminaba con Dios. >>”
Génesis 6, 9.
“<<Yavé dijo a Abram: “Deja a tu país, a
los de tu raza y a la familia de tu padre, y anda a la tierra que yo te mostraré.
Haré de ti una nación y te bendeciré; voy a engrandecer tu nombre, y tú serás
una bendición. Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te
maldigan. En ti serán bendecidas todas las razas de la tierra. >>”
Génesis 12, 1-3.
“<< Yavé se apareció a Abram y
le dijo: “Le daré esta tierra a tu descendencia.” Allí Abram edifico un altar a
Yavé que se le había aparecido. >> Génesis 12, 7.
“Desde allí pasó a la montaña, al
oriente de Betel, y plantó su tienda de campaña, teniendo Betel al oeste y Aí
al oriente. También aquí edificó un altar a Yavé e invocó su Nombre.”
Génesis 12, 8.
“Entonces Melquisedec, rey de Salem,
trajo pan y vino, pues era sacerdote del “Dios Altísimo”. Melquisedec bendijo a
Abram, diciendo: “Abram, bendito seas del Dios Altísimo, Creador del cielo y de
la tierra. Y bendito sea el Dios Altísimo, porque entregó a tus enemigos en tus
manos.” Y Abram le dio la décima parte de todo lo que llevaba.”
Génesis 14, 18-20.
“<< Yavé visitó a Sara tal como
lo había dicho: Yavé hizo con Sara aquello mismo que había prometido. Sara quedó
embarazada, dio a luz un hijo de Abraham siendo ya anciana, y en la misma fecha
que Dios había señalado. Abraham le puso por nombre Isaac al hijo que le nació,
el hijo que Sara dio a luz. >> Génesis 21, 1-3.
“<< Yavé se le apareció aquella
misma noche y le dijo: “Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, porque yo
estoy contigo. Te bendeciré, y multiplicare tu descendencia por amor de
Abraham, mi servidor.” Levantó allí un altar e invocó el nombre de Yavé. Luego
plantó allí mismo su tienda, y sus hombres cavaron un pozo.”
Génesis 26, 24-25.
“Isaac suplico a Yavé en favor de su
esposa, pues era estéril. Yavé escuchó su oración y Rebeca, su esposa, quedó
encinta.” Génesis 25, 21.
“Llego el día del nacimiento, y se
comprobó que había mellizos en su vientre. El primero que nació era rojizo y
tan peludo que parecía un abrigo de pieles, por lo que lo llamaron Esaú.
Después salió su hermano, que agarraba con una mano el talón de Esaú, y lo
llamaron Jacob.” Génesis 25, 24.
“Jacob dejó Berseba y se
dirigió hacia Jaran. Al llegar a un cierto lugar, se dispuso a pasar allí la
noche pues el sol se había puesto. Escogió una de las piedras del lugar, la uso
de cabecera, y se acostó en ese lugar.
Mientras dormía, tuvo un sueño.
Vio una escalera que estaba apoyada en la tierra, y que tocaba el cielo con la
otra punta, y por ella subían y bajaban ángeles de Dios. Yavé estaba allí a su
lado, de pie, y le dijo: “Yo soy Yavé, el Dios de tu padre Abraham y de Isaac.
Te daré a ti y a tus descendientes la tierra en que descansas. Tus
descendientes serán tan numerosos como el polvo de la tierra y te extenderás
por oriente y occidente, por el norte y por el sur. A través de ti y tus
descendientes serán bendecidas todas las naciones de la tierra. Yo estoy
contigo; te protegeré a donde quiera que vayas y te haré volver a esta tierra,
pues no te abandonare hasta que haya cumplido todo lo que he dicho.” Génesis 28, 10-15
“Se levantó Jacob muy temprano, tomó
la piedra que había usado de cabecera, la puso de pie y derramo aceite sobre
ella. Y a ese lugar que antes se llamaba Luz lo llamo Betel, Casa de Dios.
Entonces Jacob hizo una promesa: “Si Dios me acompaña y me protege durante este
viaje que estoy haciendo, si me da pan para comer y ropa para vestirme, y si
logro volver sano y salvo a la casa de mi padre, Yavé será mi Dios. Esta piedra
que he puesto de pie como un pilar será Casa de Dios y, de todo lo que me des,
yo te devolveré la décima parte.” Génesis 28, 18-22.
“A ti, Judá, te alabaran tus
hermanos, tu mano agarrará del cuello a tus enemigos, y tus hermanos se
inclinaran ante ti.
¡Judá es cachorro de león!
Vuelves, hijo mío, de la caza. Se agazapa o se lanza cual león, o cual leona,
¿Quién se atreve a desafiarlo? El cetro no será arrebatado de Judá ni el bastón
de mando de entre sus piernas hasta que venga aquel a quien le pertenece y a
quien obedecerán los pueblos.
Amarra en la vid a su burrito, y la cepa el hijito de su burra. Lava en el
vino su túnica y en la sangre de los racimos su manto. Sus ojos son más oscuros
que vino, y sus dientes más blancos que la leche.” Génesis 49, 8-12.
“José es el retoño de una vid
frondosa, de una parra frondosa junto a la fuente: los sarmientos trepan sobre
la muralla.
Lo han provocado lazándole
flechas, lo han perseguido los arqueros, pero su arco se ha mantenido firme y
sus brazos no han aflojado, por la mano del Fuerte de Jacob, por el Pastor y la
Roca de Israel, por el Dios de tu padre, el que te ayuda, por el Dios
Todopoderoso que te bendice: ¡bendiciones de todos los cielos! ¡Bendiciones del
abismo que yace abajo! ¡Bendiciones de los pechos y los senos! ¡Bendiciones de
tus campos y de tu establo!
Las bendiciones de tu padre han
sobrepasado a las bendiciones de los montes seculares, y a las venturas de las
lomas eternas. Todas ellas descansen sobre la cabeza de José sobre la frente
del que ha sido consagrado en medio de sus hermanos.” Génesis 49, 22-26.
“Un hombre de la tribu de Leví se
casó con una mujer de la misma tribu. La mujer quedó esperando y dio a luz un
hijo, y viendo que era hermoso, lo tuvo escondido durante tres meses.”
Éxodo 2, 1-2.
“Tiempo después, siendo Moisés ya
mayor, se preocupó por sus hermanos y entonces fue cuando comprobó sus penosos
trabajos.” Éxodo 2, 11.
“Me harás un altar de tierra y sobre
el ofrecerás tus sacrificios de holocausto y comunión, tus ovejas y vacas;
vendré a ti y te bendeciré en todo lugar en que yo haya recordado mi Nombre.”
Éxodo 20, 24.
“por la tribu de Efraím, Oseas, hijo
de Nun,” Números 13, 8.
“Estos son los nombres de los hombres
que Moisés mando para que exploraran la tierra de Canaán (a Oseas, Moisés le
dio el nombre de Josué).” Números 13, 16.
“Pero tenían a Josué, hijo de Nun, el
cual quedó lleno del espíritu de sabiduría porque Moisés había puesto sus manos
sobre él.” Deuteronomio 34, 9.
“Después de la muerte de Moisés, Yavé
hablo a Josué, hijo de Nun, el ayudante de Moisés, Le dijo: “Moisés, mi
servidor, ha muerto. Tu ahora, atraviesa junto con todo el pueblo el Jordán y
pasa a la tierra que daré a los israelitas.” Josué 1, 1-2.
“! Se valiente y ten ánimo! “ Josué 1, 6.
“! Se valiente y ten ánimo!” Josué 1, 7.
“No te apartes ni a la derecha ni a la izquierda, y tendrás éxito por
donde vayas.” Josué 1, 7.
“Releerás constantemente este libro de la Ley. Lo meditaras día y noche
para que actúes en todo según lo que allí está escrito: de ese modo llevarás a
cabo tus proyectos y tendrás éxito.” Josué 1, 8.
“Esta es mi orden: se valiente y ten ánimo; no tiembles ni tengas miedo;
Yavé tu Dios está contigo adonde quiera que tu vayas.” Josué 1, 9.
“¡Ahora, pues, teman a Yavé! ¡Sírvanle
con sinceridad y fidelidad! ¡Eliminen los dioses a los que sus
padres sirvieron tanto más allá del Río como en Egipto, y sirvan a Yavé! Pero
si no quieren servir a Yavé, elijan ahora a quien servirán: o bien a los dioses
a los que sus padres sirvieron más allá del Río, o bien a los dioses de los
amorreos en el país donde viven. Lo que es yo y mi familia serviremos a Yavé.”
Josué 24, 14-15.
“Después de la muerte de Josué los
israelitas clamaron a Yavé, diciendo: “¿Quién de nosotros subirá primero a
atacar a los cananeos? “ Yavé respondió: “Judá subirá, pues he puesto el país
en sus manos”. Jueces 1, 1-2.
“Subió pues Judá y Yavé puso en sus
manos a los cananeos y a los fereceos: derrotaron a diez mil hombres en Besec.
Allí mismo, encontraron a Adoni-Besec: se trabaron en combate y derrotaron a
los cananeos y a los fereceos. Adoni-Besec emprendió la fuga, así que ellos lo
persiguieron y habiéndolo capturado, le cortaron los pulgares de las manos y de
los pies. El príncipe de Besec dijo entonces: “Setenta reyes, con los pulgares
de las manos y de los pies cortados, recogían las migas debajo de mi mesa, hoy
Dios me devuelve lo que hice”. Lo llevaron a Jerusalén y allí murió.”
Jueces 1, 4-7.
“Estalló pues la cólera de Yavé
contra Israel; declaró: “Ya que esta nación violó la alianza que había hecho
con sus padres y ya que no me escuchan, yo tampoco expulsaré ni al más
insignificante de los pueblos que Josué dejo al morir. De este modo probaré a
Israel: tal vez así quieran seguir los caminos de Yavé tal como lo hicieron sus
padres”. Jueces 2, 20-22.
Juez Otoniel: “Los
israelitas clamaron a Yavé y Yavé hizo que surgiera para ellos un salvador que
los libro; fue Otoniel, hijo de Quenaz, hermano menor de Caleb. El Espíritu de
Yavé se posó sobre él y se desempeñó como juez en Israel”. Jueces
3, 9-10.
“El país estuvo en paz durante
cuarenta años; luego Otoniel, hijo de Quenaz, murió”. Jueces 3,
11.
Juez Ehud: “Los israelitas
clamaron entonces a Yavé, y Yavé hizo que les surgiera un salvador, Ehud, hijo
de Guera, un hombre de Benjamín que era zurdo.” Jueces 3, 15.
“Aquel día Moab quedo sometido a
Israel y el país quedo en paz por ochenta años”. Jueces 3, 30.
Juez Samgar: “Después de
él surgió Samgar, hijo de Anat. Venció a seiscientos hombres de los filisteos
como una picana de bueyes; él también fue un libertador de Israel”.
Jueces 3, 31.
Jueces Débora y Barac: “Los
israelitas clamaron a Yavé, porque Yabin tenía novecientos carros de hierro y
oprimía duramente a los israelitas hacía veinte años”. Jueces 4,
3.
“En aquel tiempo, la profetisa
Débora, mujer de Lapidot, juzgaba a Israel. Se sentaba bajo la Palmera de
Débora, entre Rama y Betel, en la montaña de Efraím, y los israelitas subían
donde ella para obtener justicia”. Jueces 4, 4-5.
“Aquel día Débora y Barac, hijo
de Abinoam, entonaron este cántico:
Por haber tomado la iniciativa
en Israel, por haber suscitado valientes voluntarios, ¡bendigan a Yavé!
¡Escuchen reyes, soberanos
presten atención, a Yavé le quiero cantar!
Cantaré para Yavé, para el Dios
de Israel.
¡Oh Yavé! Cuando saliste de Seir, atravesando los campos de Edom, tembló
la tierra, los cielos se deshicieron, las nubes se convirtieron en agua.
Los montes se estremecieron al paso de Yavé, al paso de Yavé, el Dios de
Israel.
En tiempos de Samgar, hijo de Anat, en tiempos de Jael, las caravanas no
viajaban, los viajeros tomaban caminos apartados.
Las aldeas estaban desiertas, estaban desiertas en Israel hasta el día
en que yo, Débora, me levanté, yo que fui una madre para Israel.
Eligieron dioses nuevos, que antes no se veneraban, y los cuarenta mil
hombres de Israel no tenían escudo ni lanza.
Mi corazón se vuelve a los jefes de Israel. A los voluntarios del pueblo:
¡bendigan a Yavé!.
¡Ustedes que van montados en blancas burras, que se sientan en sus
alfombras, ustedes que van por los caminos, canten! Cerca de los abrevaderos,
el pastor canta las liberaciones de Yavé, su justicia y su bondad para con
Israel.
El pueblo de Yavé ha bajado a la frontera,
¡Despiértate, despiértate, Débora!
¡Despiértate y despierta a tu pueblo!
¡Levántate Barac, y somete a los que te sometían, hijo de Abinoam!
Que los que no cuentan venzan a los poderosos.
El pueblo de Yavé se mostró valiente y venció”. Jueces 5,
1-13.
“Oh! Yavé, que así perezcan tus
enemigos! Y da a los que te aman el resplandor del sol.
El país estuvo después
tranquilo por cuarenta años”. Jueces 5, 31.
Juez Gedeón (Jurubaal): “Entonces,
los israelitas clamaron a Yavé por causa del príncipe de Madian, entonces, Yavé
mando a un profeta que les dijo: “Esto dice Yavé, el Dios de Israel: Yo fui
quien los hizo salir de la casa de la esclavitud. Así como los libré de las
manos de los egipcios, los he librado de todos aquellos que los oprimían y los
expulse ante ustedes y les di a ustedes su país. Entonces les dije: Yo soy Yavé
su Dios, no teman a los dioses de los amorreos en cuyo país viven. Pero ustedes
no me hicieron caso.” Jueces 6, 7-10.
“El ángel de Yavé se le apareció y le
dijo: “¡Yavé está contigo valiente guerrero!”. Jueces 6, 12.
“En cuanto a los madianitas, quedaron
en adelante sometidos a los israelitas y no volvieron a levantar cabeza. El
país estuvo en paz cuarenta años, el tiempo que vivió Gedeón.”
Jueces 8, 28.
Juez Sansón: “Había un
hombre de Sorea, de las tribu de Dan, que se llamaba Manoa. Su mujer era
estéril y no había tenido hijos. El ángel de Yavé se apareció a la mujer y le
dijo: “Hasta ahora has sido estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir
y darás a luz un hijo. Ahora fíjate bien en no beber vino ni bebida alcohólica
y en no comer nada impuro debido a ese hijo que vas a concebir y dar a luz
porque desde el vientre de su madre el muchacho estará consagrado a Dios: no
pasará por su cabeza la navaja, pues él será quien comenzará a librar a Israel
de manos de los filisteos”. Jueces 13, 2-5.
“Después, los israelitas consultaron
a Yahveh, pues allí se hallaba por aquel entonces el Arca de la Alianza de
Dios. Estaba de servicio en aquella época Pinjás, hijo de Eleazar, hijo de
Aarón.” Jueces 20, 27-28.
“Cayó ella rostro en tierra y,
postrada, le dijo: << ¿Por qué he encontrado favor a tus ojos y te
interesas por mí, siendo yo extranjera? >>. Respondióle Booz: <<Me
han informado muy bien de todo lo que hiciste en favor de tu suegra después de
morir tu marido, y de cómo abandonaste a tu padre y a tu madre y la tierra de tu parentela, para venir
a un pueblo que anteriormente no conocías. Que Yahveh recompense tu acción y
que recibas cumplida retribución de Yahveh, Dios de Israel, bajo cuyas alas has
venido a refugiarte>>. Ella le dijo a su vez: << Halle yo favor a
tus ojos, señor mío, ya que me has consolado y has hablado al corazón de tu
sierva, a pesar de ser yo ni siquiera una de tus criadas>>.”
Rut 2, 10-13.
“El joven Samuel permanecía al servicio
de Yahveh bajo las ordenes de Elí. Era rara por entonces la palabra de Yahveh y
no eran frecuentes las visiones. Cierto día
Elí estaba ya acostado en su aposento. Sus ojos habían comenzado a debilitarse
y no podía ver. No se había apagado todavía la lámpara de Dios. Samuel se
hallaba acostado en el Santuario de Yahveh, donde se hallaba el Arca de Dios.
Yahveh llamó a Samuel, el cual respondió:
<<! Aquí estoy!>>. Fue enseguida a donde estaba Elí y le dijo:
<<Aquí estoy, pues me has llamado>>. Pero él le dijo: << Yo
no te he llamado; vuelve a acostarte>>. Se fue y se acostó. Yahveh volvió
a llamar otra vez: <<Samuel>>. Samuel se levantó, fue a donde
estaba Elí y le dijo: <<Aquí estoy, pues me has llamado>>. Pero él
le dijo: << Yo no te he llamado, hijo mío, vuelve a acostarte>>.
Samuel no conocía todavía a Yahveh, porque aún no se le había revelado la
palabra de Yahveh. Volvió Yahveh a llamar por tercera vez a Samuel, y este se
levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: <<Aquí estoy, pues me has
llamado>>. Entonces comprendió Elí que era Yahveh quien llamaba al
muchacho y dijo a Samuel: <<Vete a acostarte; y si te llaman, dirás:
“Habla, Yahveh; que tu siervo escucha”>>. Se fue Samuel y se acostó en su
sitio.” Primer Libro de Samuel 3, 1-9
.
.
“Samuel había crecido; Yahveh estaba con él y sus palabras nunca
dejaban de cumplirse”. Primer Libro de Samuel 3, 19.
“Yahveh dijo a Samuel: << ¿Hasta
cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, una vez que yo lo he rechazado para
que no sea rey de Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete adonde te envío, a
la casa de Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para
mi>>”. Primer Libro de Samuel 16, 1.
“Cuando llegaron ellos, vio a Eliab y
se dijo: <<Seguramente está ante Yahveh su ungido>>. Pero Yahveh
dijo a Samuel: <<No mires su buena presencia ni su gran estatura, porque yo
lo he descartado. Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre no ve más
que la apariencia, pero Yahveh ve el corazón>>. Jesé, llamo a Abinadab y lo presento ante
Samuel, quien dijo: << Tampoco a este lo ha elegido Yahveh>>. Jesé,
le presento a Samá; pero Samuel dijo: <<Tampoco a este lo ha elegido
Yahveh>>. Jesé hizo pasar a sus
siete hijos ante Samuel, y este dijo a Jesé: <<A ninguno de estos ha
elegido Yahveh>>. Dijo entonces Samuel a Jesé: << ¿No tienes más
hijos? >>. Respondió: <<Aun queda el más pequeño, que está
apacentando las ovejas>>. Dijo Samuel a Jesé: <<Manda a buscarlo,
pues no nos sentaremos a la mesa hasta que el venga>>. Mando, pues, que
lo trajeran. Era rubio, de bellos ojos y de buena presencia. Dijo entonces
Yahveh: <<Levántate y úngelo, pues ese es>>. “ Primer
Libro de Samuel 16, 6-12.
“Cuando David sintió que se acercaba
el día de su muerte, le dio sus instrucciones a su hijo Salomón: Me voy por el
camino de todo el mundo, muéstrate valiente y se un hombre. Permanece fiel a
Yavé, tu Dios, anda por sus caminos, observa sus leyes, sus mandamientos, sus
ordenanzas y sus preceptos, tales como están escritos en la ley de Moisés. De
ese modo te ira bien en todo lo que hagas y Yavé mantendrá la palabra que me
dijo: “Si tus hijos vigilan su comportamiento, si caminan delante de mí,
sinceramente con todo su corazón y con toda su alma, tendrás siempre un
descendiente en el trono de Israel.” 1 Reyes 2, 1-4.
“Allí en Gabaón Yavé se le
apareció en sueños a Salomón durante la noche. Le dijo: “Pídeme lo que quieras
y te lo daré”.
Salomón le respondió: “Tú has
mostrado una bondad muy grande para con tu servidor David, mi padre; es cierto
que caminó en tu presencia, en la fidelidad, la justicia y la sinceridad. Tú no
has puesto fin a esa bondad hacia él, pues has querido que su hijo esté ahora
sentado en su trono. Tú me has hecho rey, Yavé, Dios mío, en lugar de mi padre
David. Pero yo soy todavía muy joven y no se aun actuar. Tu servidor se las
tiene que ver con tu pueblo, al que tú mismo elegiste, y es un pueblo tan
numeroso que no se lo puede calcular ni contar. Concede pues a tu servidor que
sepa juzgar a tu pueblo y pueda distinguir entre el bien y el mal. ¿Quién
podría en realidad gobernar bien a un pueblo tan importante?
Le agrado al Señor el pedido de
Salomón, y Dios le dijo: “No has pedido para ti una larga vida, ni la riqueza, ni la muerte de tus enemigos, y en cambio me pediste la inteligencia para
ejercer la justicia. Pues bien te voy a conceder lo que me pediste. Te doy un
corazón tan sabio e inteligente como nadie lo ha tenido antes que tú y como
nadie lo tendrá después de ti y además te daré lo que tú no has pedido: tendrás
riquezas y gloria más que ningún otro rey de la tierra durante su vida. Si
andas por mis caminos, si observas mis ordenanzas y mis mandamientos como lo
hizo tu padre David, te daré larga vida.” 1 Reyes 3, 15.
“Azá hizo lo que es justo a los ojos
de Yavé tal como David su padre, hizo que desaparecieran del país los
prostitutos y destruyó todos los ídolos que habían hecho sus padres.”
1 Reyes 15, 11-12.
“Elías tesbita, que era de Tisbé de
Galaad, fue a decir a Ajab: “Tan cierto como que vive Yavé Dios de Israel, a
quien sirvo, que no habrá estos años ni rocío ni lluvia, a menos que yo lo
ordene”. 1 Reyes 17, 1.
“Una palabra de Yavé fue dirigida a
Elías: “Sal de aquí y anda al este. Te esconderás en el torrente de Queret al
este del Jordán. Tomarás agua del torrente y he ordenado a los cuervos para que
te provean allá abajo”. 1 Reyes 17, 1-4.
“Le fue dirigida entonces una palabra
de Yavé: “Levántate anda a instalarte en Sarépta en la región de Sidón. He dado
órdenes allá a una viuda para que te alimente”. 1 Reyes 17, 8-9.
“Porque esto dice Yavé, Dios de
Israel: “La harina del tiesto no se acabara, el aceite del cántaro no se
terminara hasta el día en que Yavé haga llover sobre la tierra”.
1 Reyes 17, 14.
“Entonces se tendió tres veces
sobre el niño e invocó a Yavé: “Yavé, Dios mío, devuélvele a este niño el soplo
de vida”.
Yavé oyó la súplica de Elías y
le volvió al niño la respiración: ¡Estaba vivo!” 1 Reyes 17, 21-22.
“Mucho tiempo después –hacía ya tres
años- fue dirigida la palabra de Dios a Elías: “Vete y preséntate a Ajab, pues
haré caer la lluvia sobre la tierra”. 1 Reyes 18, 1.
“En la hora en que se presenta
la ofrenda de la tarde, Elías el profeta se adelantó y dijo: “Yavé, Dios de
Abraham, de Isaac y de Israel, que sepan hoy que tú eres Dios de Israel, que yo
soy tu servidor, y que en todo actúo según tu palabra. ¡Respóndeme, Yavé,
respóndeme! ¡Que sepa este pueblo que tú eres Dios, tu Yavé, y que tú eres el
que convierte su corazón!”.
Bajó entonces el fuego de Yavé,
que consumió el holocausto y la leña y absorbió toda el agua que había en la
zanja.” 1 Reyes 18, 36-38.
“Iban conversando mientras caminaban,
cuando un carro de fuego con sus caballos de fuego los separó al uno del otro:
Elías subió al cielo en un torbellino. “ 2 Reyes 2, 11-12.
- 20 El Profeta Elíseo. Así como el Profeta Elíseo, muchos profetas fueron elegidos y cumplieron la voluntad del Padre celestial, entre muchos: Isaías, Jeremías, Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joél, Amos, Abdías, Jonas, Miqueas, Nahun, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías:
“Elías dijo a Elíseo: “¿Qué quieres
que haga por ti? Pídelo antes que sea llevado lejos de ti”. Elíseo respondió:
“Que venga sobre mí los dos tercios de tu espíritu”. Elías le respondió: “ ¡ Pides
algo difícil ¡ Pero si me ves mientras soy llevado de tu lado, lo tendrás; si
no, no.”. 2 Reyes 2, 9-10.
“La gente de la ciudad dijo a Elíseo:
“Aquí se está muy bien, como mi señor lo puede ver, pero el agua es malsana y
la tierra estéril”. Les dijo: “Denme un plato nuevo y pongan en el sal”. Se lo
pasaron. Se dirigió a la fuente y echo la sal en el agua, luego dijo: “Esto
dice Yavé: He sanado esta agua, de ella ya no saldrá más ni muerte ni
esterilidad”. 2 Reyes 2, 19-21.
“Elíseo le dijo: “¿Qué puedo hacer
por ti? Dime ¿Qué tienes en tu casa?” Respondió: “Tu sirvienta no tiene nada en
su casa, excepto un cantarito de aceite”. Le dijo: “Anda a pedir a todos tus
vecinos cantaros vacíos, todos los que puedas. Cuando estés de vuelta, cierra
la puerta tras de ti y de tus hijos, echa tu aceite en todos esos cantaros y a
medida que se vayan llenando, ponlos aparte. Fue a hacer eso, se encerró en la
casa con sus hijos, quienes le pasaron los cantaros y ella los llenaba. Cuando
los cantaros estuvieron llenos, dijo a su hijo: “Pásame uno más”. Pero este le
dijo: “Ya no hay más” y el aceite dejo de correr. Fue a contar todo eso al
Hombre de Dios, el cual le dijo: “Anda a vender el aceite y pagas tu deuda; lo
que quede te permitirá vivir junto con tus hijos”. 2 Reyes 4,
2-7.
“Elíseo entro en la casa; allí estaba
el niño muerto, tendido en su cama. Entró, cerró la puerta y luego oró a Yavé.
Después se tendió encima del niño, puso su boca en la del niño, sus ojos en los
de él, sus manos en las de él, así estuvo recostado sobre él, y la carne del
niño se calentó. Bajo luego a la casa y camino de un lado al otro, subió de
nuevo y volvió a tenderse sobre el niño. Así lo hizo siete veces. Al final el
niño se movió y abrió los ojos.” 2 Reyes 4, 32-35.
"Mirad a mi siervo, a quien yo elegí;
a mi predilecto, en quien se complace mi alma.
Sobre él pondré mi espíritu,
y él dictará equidad a las naciones.
No porfiará ni gritará,
y nadie oirá su voz en las plazas.
La caña cascada no la quebrará,
y no apagará la mecha mortecina,
hasta que haga triunfar el juicio
y en su nombre pondrán las naciones su esperanza."
Mateo 12, 18-21.
"Y convocando a sus doce discípulos, les dio poder de expulsar espíritus impuros y de curar toda enfermedad y toda dolencia.
Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, Santiago, el de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomas y Mateo, el publicano, Santiago, el de Alfeo, y Tadeo; el cananeo, y Judas Iscariote, el que luego lo entrego." Mateo 10, 1-4.
"Con todo, se comprobara que la Sabiduría de Dios no se equivoca en sus obras." Palabras de Jesús en Santo Evangelio, Mateo 11, 19.
"<< Jesús contesto: “ Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mi. Si me conocen a mi, también conocerán al Padre. Pero ya lo conocen y lo han visto”.>> Juan 14, 6-7
Las siguientes respuestas, no pretenden ser algo definitivo, pues lo definitivo lo vino a decir Jesús, más, como bien Jesús lo dice: “la Sabiduría de Dios no se equivoca en sus obras”.
Un análisis realizado a las Escrituras anteriores, sumado
con experiencias personales, hace dar en mí, como algunas respuestas, que dicho sea de paso: no son colocadas
en orden de importancia, porque para Dios: todo es importante; lo siguiente:
¿Por qué Dios elige?
•
Porque es Su Voluntad.
•
Porque nos ama.
•
Porque Él es inequívoco.
•
Porque todo aquel que le invoca, lo reconoce
como el Padre que Es.
•
Porque escucha el llamado, se complace, y se
compadece.
•
Porque Él es Bondad.
•
Porque tiene un Plan.
•
Porque Él es abundancia y quiere compartirla con
sus hijos.
•
Porque Él escudriña los corazones y reconoce al
humilde.
•
Porque Él es un Buen Padre y no se aparta de Su Creación.
•
Porque quiere convertir e ir convirtiendo.
•
Porque parte de la humanidad ha perdido la fe, y hay quienes no.
•
Porque mucha humanidad no lee, y allí, las
Sagradas Escrituras, y allí, la Verdad.
•
Porque quiere transmitir, a través de los
elegidos, mensajes importantes.
•
Porque quiere, indicar a las nuevas
generaciones: “El Camino de Vida”.
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Porque hay que hacer siempre lo Correcto, Bueno
y Perfecto para llegar a Él.
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Porque Él es Perdón.
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Porque quiere renovación sacerdotal, sea el
caso.
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Porque Él quiere hacer sanaciones, liberaciones
y milagros, de acuerdo a su voluntad, por las peticiones de fe de un pueblo.
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Porque las tinieblas son oscuras y los que ayudan
a alumbrar son pocos.
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Porque hay mucho sufrimiento, hambre y sed de
justicia.
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Porque quiere nuevos evangelizadores.
"Porque quiere que lleguemos,
a la Tierra Prometida." Amén.
¿Para qué Dios elige?
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Para amarnos.
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Para perdonarnos.
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Para ayudarnos.
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Para salvarnos.
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Para protegernos.
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Para educarnos.
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Para enseñarnos.
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Para corregirnos.
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Para consolarnos.
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Para alimentarnos y vestirnos.
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Para que hagamos el bien.
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Para que ejecutemos Sus Planes.
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Para bendecirnos.
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Para premiarnos.
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Para exterminar la idolatría de nuestras vidas,
y de la vida de los nuestros.
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Para que recordemos y cumplamos Su Ley.
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Para enseñarnos a ser valientes.
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Para compartir con nosotros los dones del Espíritu
Santo.
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Para que vivamos la vida con ánimo.
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Para que le Cantemos y Alabemos.
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Para que oremos y le contemos.
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Para que celebremos.
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Para fortalecernos.
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Para despertarnos y despertemos a los nuestros.
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Para que seamos testigos de La Verdad.
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Para que tengamos donde refugiarnos en los momentos
de angustia.
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Para que no dudemos.
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Para que intercedamos, demos la Palabra e impongamos las manos.
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Para que caminemos y conversemos con El.
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Para dar a los que ama el resplandor del Sol
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Para que seamos testigos de sus milagros.
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Para estar con los necesitados de su pueblo.
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Para estar con las viudas y los huérfanos.
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Para compartir con el prójimo y los necesitados.
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Para que propaguemos Su Palabra, Su Camino, Su Verdad por el mundo.
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Para enseñarnos a amar y a perdonar.
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Para mantener el contacto.
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Para que sigamos Sus pasos, y así seamos un
modelo para los nuestros.
"Para esperarnos, con los brazos abiertos,
en la
Tierra Prometida." Amén.
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