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jueves, 8 de junio de 2017

Cantar de los Cantares


"Ahora es tu turno, párate y léelo: "El Cantar de los Cantares",
 a todos los presentes en el salon, de allí de los 70." 08-06-2017.
"El Cantar de los Cantares es parecido a la Ley; EL solo podría guiar a la humanidad" o "Por culpa de los pecados de los hombres, la presencia de Dios se había ido alejando del mundo, pero con el Cantar de los Cantares ha vuelto a la Tierra". La Biblia Ilustrada. Antiguo Testamento, Libros Sapienciales II.

“La Biblia griega, comúnmente llamada Biblia Septuaginta o Biblia de los Setenta
( μετάφρασις τν βδομήκοντα), y generalmente abreviada simplemente LXX, es una traducción en griego koiné de textos hebreos y arameos más antiguos que las posteriores series de ediciones que siglos más tarde fueron asentadas en la forma actual del texto hebreo-arameo del Tanaj o Biblia hebrea. Representa una síntesis en que se subraya el monoteísmo judío e israelita, así como el carácter universalista de su ética.1
La Biblia Septuaginta fue el texto utilizado por las comunidades judías de todo el mundo antiguo más allá de Judea, y luego por la iglesia cristiana primitiva, de habla y cultura griegas.2 De hecho, la partición, la clasificación, el orden y los nombres de los libros del Antiguo Testamento de las Biblias cristianas (cristianas ortodoxas en Oriente, católicas y protestantes en Occidente) no viene del Tanaj o Biblia hebrea, sino que proviene de los códices judíos y cristianos de la Septuaginta.
El nombre de Septuaginta se debe a que solía redondearse a 70 el número total de sus 72 presuntos traductores.
Según la misma leyenda, la comparación del trabajo de todos reveló que los sabios habían coincidido en su trabajo de forma milagrosa.” https://es.wikipedia.org/wiki/Septuaginta

Cantares 1 La esposa y las hijas de Jerusalén
“1.  Cantar de los cantares; el que es de Salomón.
2.  «Béseme con los besos de su boca» —Pues buenos son tus pechos(a) sobre el vino; y el olor de tus ungüentos (b), sobre todos los aromas, ungüento deshecho, tu nombre(c). Por esto jovencillas (d) te han amado,
3.  atraídote; en tu pos, al olor de tus ungüentos correremos. «Introdújome el rey en su recámara». —Nos alborozaremos y alegraremos en ti; amaremos tus pechos sobre el vino; la rectitud te ha amado.
4.  «Negra soy y bella, hijas de Israel, cual pabellones de Cedar, cual tapices de Salomón.
5.  No reparéis en mí yo esté ennegrecida; porque mal me paró el sol: hijos de mi madre lucharon contra mí; pusiéronme guardiana en viñas; la viña mía no guardé (e) —
6.  Anúnciame, el a quien ha amado mi alma, dónde pastoreas; dónde sesteas al mediodía; no sea que me convierta como en lanzada alrededor de las greyes de tus compañeros (f).
7.  «Si no te conocieres, la hermosa entre mujeres, sal tú en huellas de las greyes; y pastorea tus cabritos por los pabellones de los pastores» (g).
8.  «A mi caballería en carros de Faraón te he asemejado (h), la allegada mía.

La esposa y el esposo

9.  ¡Cuál han florecido tus mejillas, como tórtolas (i), tu cerviz como collares (j)!»
10.  «Figuras (k) de oro te haremos con puntos de plata».
11.  Mientras el rey (l) en su recostadero (m), mi nardo ha dado su olor(n).
12.  Hacecillo del estacte mi hermano para mí; en medio de mis pechos(o) reposará (p).
13.  Racimo de la alheña, mi hermano para mí, en viñas de Engadí (q).
14.  «He aquí eres hermosa, la allegada mía; he aquí eres hermosa: tus ojos, palomas».
15.  He aquí eres hermoso, hermano mío, asimismo florido; además nuestro reclinadero, umbrío;
16.  vigas de nuestras casas, cedros; artesonados nuestros cipreses(r).
Cantares 2
1.  Yo flor de la campiña, azucena de las hondonadas. —
2.  «Como azucena en medio de espinos(a), así la allegada mía en medio de las hijas».
3.  Como manzano entre los leños de la selva, así mi hermano en medio de los hijos. A su sombra he anhelado y sentádome, y su fruto, dulce a mi paladar.
4.  Introducidme en casa del vino (b); disponed sobre mí el amor(c) .
5.  Fortalecedme en ungüentos; llenadme en manzanas; que herida de amor, yo.
6.  Su izquierda, bajo mi cabeza, y su derecha me abrazará».
7.  «Conjurádoos he, hijas de Jerusalén, en las virtudes y fuerzas del campo (d) — ¡si excitareis y suscitareis el amor hasta que él quiera (e)!»
8.  Voz del hermano mío, he aquí que ése llega, saltando por sobre los montes, atravesando por las colinas.
9.  Semejante es mi hermano a la corza o cervato de ciervos (f) sobre los montes de Betel. —He aquí que ése, detrás de nuestra pared, inclinándose a las ventanas, asomándose a las celosías.
10.  Responde mi hermano y díceme: «Levántate, ven, la allegada mía, hermosa mía, paloma mía.
11.  Pues he aquí el invierno ha pasado, la lluvia partido, ídose;
12.  las flores aparecido en la tierra; tiempo de la poda, llegado; voz de la tórtola oídose en nuestra tierra;
13.  la higuera producido sus brotes (g); las vides florecen; han dado olor. Levántate, ven, la allegada mía, hermosa mía, paloma mía. Y ven,
14.  tú, paloma mía, al abrigo de la peña, junto al antemural; muéstrame tu rostro, y hazme oír tu voz; que tu voz, dulce, y tu rostro, florido».
15.  Cogednos las raposas pequeñas que aniquilan viñas (h); y nuestras vides florecen.
16.  Mi hermano, para mí, y yo, para él, el que pastorea entre los lirios;
17.  hasta que aliente el día, y se remuevan las sombras. Retorna, aseméjate, tú hermano, a la corza o cervato de ciervos sobre montes de hondonadas.
Cantares 3 El ensueño de la esposa
1.  En mi lecho en las noches, he buscado al a quien amó mi alma; busquéle, y no le hallé; llaméle, y no escuchó.
2.  Me levantaré ya, y correré a través de la ciudad, de las plazas y de las calles, y buscaré al a quien amó mi alma; le busqué y no le hallé.
3.  Halláronme los guardadores, los que corren al través de la ciudad: « ¿Acaso el a quien ama mi alma, habéis visto?».
4.  ¡Cuán poco que pasé de ellos, hasta que hallé al a quien ama mi alma! Retúvele y no le dejé, hasta introducirle en casa de mi madre y a la recámara de la que me concibió—.
5.  Conjurádoos he, hijas de Jerusalén en las virtudes y fuerzas del campo si excitareis y suscitareis el amor hasta que él quiera—.
El cortejo de bodas
6.  « ¿Quién es ésta que asciende del desierto(a), cual columna de humo encendida en mirra, olívano de todos polvos de ungüentario?
7.  He aquí el lecho de Salomón: sesenta poderosos en torno de él, de los poderosos de Israel;
8.  todos empuñando espada, enseñados a guerra; varón (b) —su espada sobre su muslo, por el espanto, en las noches.
9.  Litera hízose el rey Salomón, de leños del Líbano:
10.  sus columnas hizo la plata; su recostadero, áureo; de su gradería púrpura; su interior de pedrería(c) cuajado: amor de las hijas de Jerusalén (d).
11.  Hijas de Sión, salid y reparad en el rey Salomón, en la corona con que le coronó su madre en día de los desposorios de él, y en día de alegría del corazón de él.»
Cantares 4 El esposo alaba a la esposa
1.  «He aquí eres hermosa la allegada mía, he aquí eres hermosa. Tus ojos, palomas, fuera de tu callar(a). Tu cabellera (b), cual greyes de las cabras, que se están asomando desde Galaad.
2.  Tus dientes, cual greyes de las trasquiladas(c), que han ascendido del lavadero (d); que todas gemelizantes, y estéril no hay en ellas.
3.  Como cuerda, la purpúrea, tus labios; y tu habla graciosa; como corteza de granada, tu mejilla, fuera de tu callar.
4.  Como torre de David, tu cuello, la edificada con almenas; mil escudos penden de ella; todos dardos de los poderosos (e).
5.  Tus dos pechos, como dos crías mellizas de corza, las que pacen entre lirios (f).
6.  Hasta que aliente el día y se retiren las sombras, me iré al monte de la mirra y a la colina del Líbano (g).
7.  Toda hermosa eres, la allegada mía, y mancha no hay en ti.
8.  Ven del Líbano, esposa, ven del Líbano (h); pasarás y traspasarás del principado de fe (i); de la cabeza del Sanir y Hermón; de madrigueras de leones, de montes de leopardos.
9.  Herístenos el corazón, hermana mía, esposa; herístenos el corazón, con uno de tus ojos (j), en una (k); en ornato de tu cuello.
10.  ¡Cuánto se han hermoseado tus pechos, hermana mía, esposa! cuánto se han hermoseado tus pechos por el vino (l); y el olor de tus vestiduras sobre todos los aromas (m)!
11.  Panal destilan tus labios, esposa; miel y leche bajo tu lengua; y el olor de tus vestiduras, como olor del Líbano.
12.  Huerto cerrado, mi hermana, esposa; huerto cerrado, fuente sellada;
13.  tus efluvios, vergel de granados, con fruta de frutales;
14.  alheñas con nardos; nardo y azafrán, cálamo y cinamomo con todos los leños del Líbano; mirra y áloe, con todos los primeros ungüentos;
15.  fontana de vergel y pozo de agua viviente y sonando del Líbano abajo(n) ».
16.  «Levántate, aquilón; y ven austro y alienta a través de mi huerto, y fluyan mis aromas. Descienda mi hermano a su huerto, y coma la fruta de sus frutales.»
Cantares 5
1.  «Entré en el huerto, hermana mía, esposa; recolecté mi mirra con mis aromas. Comí mi pan con mi miel; bebí mi vino con mi leche; comed, parientes, y bebed y embriagáos (a), hermanos (b) ».
El tormento de la separación
2.  «Yo duermo y mi corazón vela; voz de mi hermano; golpea a la puerta; «Ábreme, hermana mía, la allegada mía, paloma mía, perfecta mía; que mi cabeza se ha llenado de rocío, y mis crenchas, de gotas de la noche(c) ».
3.  Heme desvestido mi túnica, ¿cómo me la vestiré? Heme lavado mis pies; ¿cómo los mancharé?
4.  Mi hermano ha metido su mano por la ventana; y mi vientre se estremeció sobre él.
5.  Levantéme a abrir a mi hermano; mis manos destilaron mirra; mis dedos, mirra llena sobre las manos del cerrojo (d).
6.  Abrí yo a mi hermano; mi hermano pasó; mi alma salió (e) en su palabra; le busqué, y no le hallé; le llamé y no me obedeció.
7.  Halláronme los guardas, los que rondan en la ciudad; percutiéronme, hiriéronme; quitaron mi cendal de mí los guardas de los muros.
8.  «Conjurádoos os he, hijas de Jerusalén, en las virtudes y en las fuerzas del campo —si hallareis a mi hermano ¿qué le anunciaréis? que herida de amor, yo»—.
La esposa alaba al esposo
9.  ¿Qué, tu hermano de hermano (f), la hermosa entre mujeres? qué, tu hermano de hermano, que así nos has conjurado?
10.  «Mi hermano, albo y rosado, elegido entre miríadas.
11. Su cabeza, oro y solidez (g), sus crenchas, abetos (h), negras como cuervo.
12.  Sus ojos, como paloma sobre llenura de aguas bañadas (i) en leche, sentadas sobre llenuras.
13.  Sus mejillas, como tazas del aroma que producen lo ungüentario; sus labios, lirios (j) destilando mirra llena (k).
14.  Sus manos, torneadas, áureas, llenas de crisólito (l); su vientre, redoma marfileña con piedra de zafiro.
15.  Sus muslos, columnas marmóreas fundadas en basas áureas; su figura, como el Líbano (m), elegido, como cedro(n).
16.  Su garganta(o) dulzuras, y todo anhelo (p). Este, el hermano mío y éste el allegado mío, hijas de Jerusalén».
Cantares 6 Mutuo encanto del esposo y de la esposa
1.  Mi hermano ha descendido a su huerto, a las tazas del aroma, a pastorear en huertos y recoger lirios.
2.  Yo, para mi hermano, y mi hermano para mí, el que pastorea entre los lirios(a).
3.  «Hermosa eres, allegada mía, como complacencia; graciosa como Jerusalén; asombro, como batalladoras (b).
4.  Aparta tus ojos de delante de mí; pues ellos me han volado(c). Tu cabellera como greyes de las cabras, las que han asomado a Galaad;
5.  tus dientes, como greyes de las trasquiladas, las que han subido del lavadero; todas ellas gemelizantes; y estéril no hay entre ellas. Como cuerda, la purpúrea, tus labios; y tu habla graciosa.
6.  Como corteza de granada, tu mejilla, fuera de tu callar.
7.  Sesenta son las reinas, y ochenta, las concubinas; y jovencillas de que no hay número;
8.  una es la paloma mía, la perfecta mía; una es para su madre; escogida es para la que la parió (d). Viéronla las hijas, y la felicitarán; reinas, asimismo concubinas, y la loarán». —
9.  ¿Cuál ésta, la que va asomando, cual si aurora; hermosa, como luna; escogida, como el sol; asombro, como batalladoras?
10.  «A huerto de nuez he descendido a ver por los gérmenes del torrente; a ver si ha florecido la vid, han abierto las granadas; allí te daré mis pechos (e).
11.  No conoció mi alma (f): me pusieron (g) carros de Aminadab (h) .»
12.  Vuelve, vuelve, la Sulamita; vuelve, vuelve, y te contemplaremos.
Cantares 7
1.  « ¿Qué veréis en la Sulamita(a)? la que viene, cual coros de campamentos (b) . —Hermoseádose han tus pasos en tus sandalias, hija de príncipe; los movimientos de tus muslos, semejante a collares, obra de artífice.
2.  Tu ombligo, taza torneada, no falta de misto(c); tu vientre, acervo de trigo, cercado entre azucenas.
3.  Tus dos pechos como dos cervatos mellizos de corza;
4.  tu cuello, como torre marfileña; tus ojos como lagunas en Esebón, en puertas de hija (d) de muchedumbre (e). Tu nariz como torre del Líbano mirando a faz de Damasco.
5.  Tu cabeza sobre ti, como el Carmelo, y el tocado de tu cabeza, como púrpura: un rey ceñido en pliegues.
6.  ¡Cómo te has hermoseado y cómo suavizádote, amor, en tus delicias!
7.  Esta, tu grandeza: te has asemejado a la palmera; y tus pechos a los racimos.
8.  Dije: «Subiré a la palmera; me apoderaré de sus alturas; y serán ya tus pechos, como racimos de vid, y el olor de tu nariz como pomas;
9.  y tu garganta, como vino el bueno. —«Que va a mi hermano en derechura, que basta a mis labios y dientes (f).
10.  Yo para mi hermano, y a mí su inclinación.
11.  Ven, hermano mío; salgamos al campo; reposemos en aldeas;
12.  madruguemos en las viñas; veamos si ha florecido la vid, florecido el olivo y florecido los granados, allí te daré mis pechos.
13.  Las mandrágoras han dado olor; y, a las puertas nuestras, toda fruta nueva con vieja, hermano mío, he guardado para ti.»
Cantares 8
1.  « ¿Quién diera que tú, hermano mío, mamaras los pechos de mi madre(a)? Hallándote fuera, te besara; y por cierto no me aniquilarán (b).
2.  Te tomaré, te introduciré en casa de mi madre, y en lo recóndito de la que me concibió; te daré a beber del vino, el aromado, de la fontana de mis granados.
3.  Su izquierda, bajo mi cabeza, y su derecha me abrazará»—.
4.  Conjurádoos he, hijas de Jerusalén en las virtudes y en las fuerzas del campo si excitareis y si suscitareis el amor(c), hasta que quisiere.
El poder del amor
5.  ¿Quién ésta, que asciende emblanquecida, reclinada en su hermano?
6.  «Bajo manzano (d) te he despertado (e): allí angustiosa te tuvo tu madre; allí angustiosa te tuvo la que te parió (f).
7.  Ponme como sello sobre tu corazón; como sello sobre tu brazo (g); que fuerte, como muerte, el amor; duros como los infiernos los celos; el chisporroteo de fuego, las llamas de él; agua mucha no podrá apagar el amor, y ríos no lo inundarán. Si diere el varón toda su vida (h) en (i) el amor, anonadando, la anonadará.
8.  Nuestra hermana, pequeña, y pechos no tiene (j) ¿Qué haremos a nuestra hermana en el día en que se le hable (k) en él?
9.  Si muro (l) es, edifiquemos sobre ella almenas argénteas; y si puerta (m) es, engastemos sobre ella tabla cedrina»—.
10.  «Yo, muro, y mis pechos, como torres; yo era, en ojos de ellos(n), como la que halla paz(o).
11.  Viña tuvo Salomón en Bectlamón, dio su viña a los guardadores; un varón traerá, en fruto de ella; mil (p) de plata;
12.  mi viña, la mía delante de mí: los mil para Salomón, y los doscientos para los guardadores de su fruto (q).
13.  El que habitas en huertos(r), los compañeros, pendientes(s) de tu voz: házmela oír (t).»
14.  «Huye, hermano mío, y aseméjate a la corza o a la cría de los ciervos, sobre montes de aromas.»(u).”

https://www.bibliatodo.com/la-biblia/Version-septuaginta/cantares-1

miércoles, 3 de mayo de 2017

Compartiendo El Alimento de Dios


“Prendido de tu amor, Oh! Dios me siento, y me encuentro.

Siento que de mi cuerpo, fluyen manantiales de agradecimientos y de amor por ti.

Solo espero que amanezca para alabarte, bendecirte y agradecerte.

Me duermo alabándote y me levanto en lo mismo.

Tú eres mi alimento y mi aliento.

Cada latido de mi corazón marca tú tiempo, tus pasos.

No hay paso que dé, sin consultarte.

No porque no crea en mí,

Más bien creo es en ti.

Pasos falsos no quiero dar,

Solo lo que hago es revisar, una y otra vez, tus pasos.

Los leo y los releo.

Los medito una y otra vez.

Aparte de lo que me has indicado,

¿Qué más, mi Dios, esperas de mí?

Acá estoy dispuesto a ayudarte.

No quiero fallarte, no quiero fallarme, no quiero fallarles.

Son muchos los que comen gracias a ti, mi Dios.

Me pusiste a repartir las raciones, y pues eso hago.

Antes eran muchas raciones, ahora son menos.

No porque no haya a quien repartírselas,

Sino más bien, porque algunos se sienten saciados.

Yo por mi parte, sigo picando y repartiendo.

Dando lo que desde el Cielo me has dado.

Tú, mi Señor, Santo eres por siempre, Misericordioso y Eterno.

Eres caudal de Agua Viva y de abundancia de bondades.

Cuando dices: “Asegúrate”, o que hayan “Entendido”,

Persisto, insisto y vuelvo a insistir, a ver si el alimento les ha llegado.

Porque, sé que tú lo haces, para protegerlos y alimentarlos.

¿Cómo hago para escudriñar los corazones como tú lo haces?

Pues solo tú lo puedes, y me recalcas aquellos que no lo han entendido,

o que sus alimentos no han comido.

Alértame, mi Dios, sobre el hijo desvalido y colócamelo de frente.

Hay muchos que tienen hambre y no quieren comer.

Ponme a aquellos que estén sedientos y hambrientos,

 Y coman con alegría y beneplácito tus alimentos”.

sábado, 29 de abril de 2017

Apacienta mis ovejas



“La tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, luego de haber resucitado, habló con Pedro y le dijo:

-Simón hijo de Juan, ¿me quieres más que éstos? Él le responde: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero.  Jesús le dice: -Apacienta mis corderos. Le pregunta por segunda vez: -Simón hijo de Juan, ¿me quieres? Él le responde: Sí, Señor, tú sabes que te quiero.  Jesús le dice: -Apacienta mis ovejas. Por tercera vez le pregunta: -Simón hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le dijo: -Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: -Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro, cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías; cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te atará y te llevará a donde no quieras." (Juan 21, 15-18)

Los inocentes son apartados de aquel grupo de personas.
Estamos en una cueva únicamente iluminada por Tu luz.
Tú, Grande entre todos, que nos has hablado y
nos has preguntado si te amos, te hemos dicho que sí.
Indicas que paciencia hay que tener para calmar.
Tú, Grande entre todos, te arrodillas en la tierra para llegar a nosotros,
la cueva se te hace muy pequeña.
Veo tus pies, calzado sencillo, ropa blanca como la nieve.

Recoges conmigo las ramitas de trigo,
comparto contigo lo que he recogido.
Organizas todo y luego haces el árbol de la vida
que está formado por el producto de la siega de trigo, como has dicho:
"Dichosos los que lavan sus vestidos,
porque tendrán a su disposición el árbol de la vida y
 entrarán por las puertas en la ciudad." (Apocalipsis, 22)

Haces el árbol en el techo de la cueva con tanta paciencia,
no se viene abajo porque, ¿quién piensa que para Dios las cosas no son posibles?
Los inocentes, aunque asombrados, saben que para Él nada es imposible.
Tu voz es tan apacible, me has dejado tanta paz, nada logró turbarme aquel día.
Soy testigo fiel de Tu luz, Tu grandeza, Tu blanco nieve, Tu humildad, Tu compañía,
Tus milagros, Tu perdón, Tu amor.


jueves, 6 de abril de 2017

La Creacion


“Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios,
El que Es, el que era y el que ha de venir, el dueño del Universo”.
Apocalipsis 1, 8.
“Sube aquí y te mostrare lo que va a suceder en seguida” Apocalipsis 4, 1.
Así como me lo hacen ver, así se los hago saber: todo tuvo, ha tenido y tendrá un orden, en la Creación de Dios y en sus Santas voluntades. 06/04/2017
En mi visión, veo Escrituras en cuya portada esta la imagen de Jesús; lo primero fue la Palabra, porque con la Palabra, Dios empieza a crear todo:
“En el principio era el verbo (la Palabra),
y el Verbo estaba ante Dios,
y el Verbo era Dios.
Estaba ante Dios en el principio.
Por Él ha existido todo,
y nada llego a ser sin Él.” Juan 1, 1-3.
“En verdad les digo: el que guarda mi palabra no probara la muerte jamás”. Palabras de Jesús
Me hacen subir hasta el espacio y en mi visión, veo que: tal cual lo describen las Sagradas Escrituras, en la Biblia; al comienzo todo era un abismo oscuro, apenas se veían como cirros o nubes de polvo volar.
“En el principio, cuando Dios creo los cielos y la tierra, todo era confusión y no había nada en la tierra. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el Espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas” Génesis 1, 1-2.
Continuo observando, y en lo profundo del espacio, veo una pequeña circunferencia envuelta en una luz brillante. Toda esa circunferencia estaba rodeada y protegida por un aro de intensa Luz.
Luego de la Palabra, vino la Luz:
“Dijo Dios: Haya Luz, y hubo Luz.” Génesis 1, 3.
Jesús ha existido desde el principio de todo lo creado por Dios:
“Ella era la Luz verdadera,
La luz que ilumina a todo hombre,
Y llegaba al mundo,
este mundo que se hizo por él,
este mundo que no lo recibió.
Vino a su propia casa, y los suyos no lo recibieron;
Pero a todos los que lo recibieron
Les dio capacidad para ser Hijos de Dios.
Al creer en su nombre han nacido,
No de sangre alguna, ni por ley de la carne,
Ni por voluntad de hombre,
Sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne,
Puso su tienda entre nosotros,
Y hemos visto su Gloria:
La Gloria que recibe del Padre el Hijo único;
En él todo era don amoroso y verdad.” Juan 1, 9-14.
Con detenimiento veo que, desde el espacio infinito, nos acercamos a esa pequeña esfera rodeada de la Luz, y poco a poco fuimos viendo, al Planeta Tierra. Girando una y otra vez sin cesar. Continentes, Océanos, Lagos y Ríos. Todo lo creado por Dios allí se encontraba.
En seis días creo Dios al mundo y el séptimo descanso.
“Así estuvieron terminados el cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos. El día séptimo Dios tuvo terminada su obra, y descanso en ese día de todo lo que había hecho. Bendijo Dios el Séptimo día y lo hizo santo, porque ese día descanso de sus trabajos después de toda esta creación que había hecho”. Génesis 2, 1-3.
“Del trono salen relámpagos, voces y truenos. Ante el trono arden siete antorchas, que son los siete Espíritus de Dios” Apocalipsis 4, 5.
“Vuelvan a ti, Señor y Dios nuestro, la gloria, el honor y el poder, pues tú lo mereces.
Tu creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas” Apocalipsis 4, 11.
Jesús nos deja dicho, en siete Cartas, en el Libro del Apocalipsis, que: no podemos perder el amor del principio, que debemos arrepentirnos, recuperarnos, que debemos soportar las pruebas, que debemos alejarnos de la prostitución, la idolatría, la adoración a los ídolos, que despertemos y nos animemos, y animemos a lo que aún no ha muerto, que pongamos en práctica todo lo dado, que soportemos la prueba que vendrá al mundo, que nos dejemos de tibiezas, que nos convirtamos.
Jesús nos dice que de vencer y resistir, los premios serán grandes: comeremos del Árbol de la Vida, nos ganaremos la Corona de la Vida, que no temeremos de la segunda muerte, que nos dará Mana misterioso y una piedra blanca con un único Nombre que nadie tiene, que tendremos poder sobre las naciones, que nos dará la Estrella de la Mañana, que nos vestirán de blanco y nuestros nombres se encontraran en el Libro de la Vida, que seremos columnas del Templo de Dios, que conoceremos los tres Nombres: el de Dios, el de la nueva Jerusalén y el nuevo nombre de Jesús y que nos sentaremos a la mesa a comer con EL.
“Escucha el significado de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los Ángeles de las siete Iglesias, y los siete candeleros son las siete Iglesias”. 

Apocalipsis 1, 20.

lunes, 3 de abril de 2017

El Fiel Testigo da Honor y Gloria a Dios


“Así deberán expresarse, al referirse a las voluntades de Dios, sobre alguno de nosotros, en cuanto a cualquiera de las bondades que hemos recibido de EL: “Yo soy un fiel testigo de la existencia de Dios y de su Hijo Jesús. Yo soy un testigo fiel, por habernos concedido todo lo pedido. Gracias. Amen.” 02/04/2017
Así nosotros como familia, somos fieles testigos, de sus Santas voluntades dadas a todos nosotros; las cuales van a ser expresadas los días de Semana Santa. Para dar Honor y Gloria a Él.
En el transcurso de la historia de la humanidad, podemos encontrar estos tipos de testimonios, los cuales son extractos de las Santas Escrituras, la cuales dan Honor y Gloria a Él:
“Bendito sea Yahveh, Dios de mi Señor Abraham, que no ha negado su misericordia y su fidelidad a mi señor y que me ha guiado en el camino a la casa de los hermanos de mi señor” Génesis 24, 27.
“Él es Roca; sus obras son perfectas, y justos todos sus caminos, es Dios de lealtad y no, de iniquidad; es justo y recto”. Deuteronomio 32, 4.
“En tus manos confío yo mi vida, tu eres mi rescate, Señor, Dios de Verdad”. Salmo 31, 6.
“Mirad que os lo he dicho de antemano”. Mateo 24, 25. 
“El que es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho; y el que es injusto en lo poco, también lo es en lo mucho”. Lucas 16, 10.
“¿Pues qué importa que algunos no fueran fieles? ¿Acaso su infidelidad anulara la fidelidad de Dios? Romanos 3, 3.
“Fiel es Dios que os ha llamado a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro”. 1Corintieos 1-9.
“No habéis afrontado ninguna tentación superior a la capacidad humana. Dios es fiel y no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; por el contrario, junto con la tentación, os proporcionara también el feliz resultado de poderla resistir”. 1Carta Corintios 10, 13.
“Por el contrario, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, comprensión, paciencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, autodominio. Contra tales cosas no hay ley”. Gálatas 5, 22.
“porque nuestro Evangelio no llego a vosotros solo con palabras, sino además, con poder, con el Espíritu Santo y con profunda convicción”. 1Tesalonicenses 5.
“Pero el Señor es fiel. Él os fortalecerá y os guardara del Malvado”. 2Tesalonicenses 3, 3.
“Si le somos infieles, Él sigue siendo fiel, pues no puede negarse a sí mismo”. 2Timoteo 2, 13.
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado acerca de la Palabra de la Vida, pues la vida se ha manifestado, nosotros la hemos visto y testificamos y os anunciamos la vida eterna que estaba en el Padre y se nos manifestó-: lo que hemos visto y oído os lo anunciamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros. Pues nosotros en efecto, tenemos comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que se colme nuestro gozo”.
Este es el mensaje que de Él hemos oído y os anunciamos que Dios es luz y que en Él no hay tiniebla alguna. Si decimos que tenemos comunión con Él, pero caminamos en las tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Pero si caminamos en la luz, como Él  está en la luz, tenemos comunión unos con otros; y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel es y justo para perdonarnos los pecados y para purificarnos de toda iniquidad. Si decimos que no hemos pecado, tachamos a Dios de mentiroso y su palabra no está en nosotros”. 1Juan 1-9.




domingo, 2 de abril de 2017

En Visperas de Semana Santa


Segunda Carta a la Familia
En vísperas de Semana Santa, presentar la otra mejilla.
Ya en la anterior, les decía que debemos estar preparados para las Sagradas Fiestas de Semana Santa. Estas fiestas, han sido, son y serán Santas de generación en generación. Así lo dispuso Dios, y a Él nos debemos.
Jesús va adelante y nosotros debemos seguirlo; es el Camino, la Luz y la Vida.
“Quien tenga sed venga a mí y beba. De quien cree en mí, como ha dicho la Escritura, ríos de Agua Viva correrán de su seno.” Palabras de Jesús en Evangelio de Juan 7, 37-38.
Ellos quieren que les haga saber que estamos en vísperas de la Semana Santa y que a toda costa debemos evitar la levadura, de las que les había escrito en días previos.
El mal siempre trata de sabotear las Fiestas Santas, pero que nosotros debemos ser conscientes de que debemos retirarnos a nuestros aposentos, evitando las efervescencias.
Congregarnos en familia y celebrar, y no pelear, ni discutir, por nada, por nadie. Son días Santos.”
Si Jesús lo hizo, debemos seguir su ejemplo.
“Después de esto, andaba Jesús por Galilea. No quería andar por Judea, porque los judíos trataban de matarlo” Juan 7, 1.
Claramente me hacen saber, que si nos quieren golpear, pongamos la mejilla izquierda y luego la derecha, a nuestro agresor; que dicho sea de paso, pareciera verse más alto, más fuerte que nosotros, pero que no lo es. Sus puñetazos no lograran herirnos, “sus golpes perderán la fuerza en el aire”
“Han odio que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo: no tomen represalias contra el malvado; si alguien te pega en la mejilla derecha, preséntale también la otra, al que quiera llevarte a juicio por quitarte la túnica, déjale también el manto, si alguien te fuerza a caminar una milla, anda con el dos. Al que te pide, dale; y no esquives al que pretende pedirte un préstamo” Palabras de Jesús en Evangelio de Mateo 5, 38-42.
“Conmigo está el que me ha enviado: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que es de su agrado.” Palabras de Jesús en Evangelio de Juan 8, 29.
                                                                   


jueves, 30 de marzo de 2017

El pecado


“El pecado es como un bloque grande rectangular; este bloque cae sobre quien lo comete, pesa más que el peso del cuerpo, asfixia, es terrible, aprisiona y atrapa.” (29 de marzo de 2017)

Dios en Su justicia, mide con exactitud las acciones de los hombres; no hay acto que no quede sin ser visto y medido, pero  “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.” (1 Juan 1:9). Es decir, que aquel pecado que pesa y nos deja estancados, es aquel por el que no nos hemos arrepentido de corazón.

“A los judíos que habían creído en Él, Jesús les dijo:
-          Si se mantienen fieles a mi palabra, serán realmente discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres.
Le contestaron:
-          Somos descendientes de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Por qué dices que seremos libres?
Jesús les contestó:
-          Les aseguro que quien peca es esclavo; y el esclavo no permanece siempre en la casa, mientras que el hijo permanece siempre. Por tanto, si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres. Yo se que ustedes son descendientes de Abrahán; pero tratan de matarme porque no aceptan mi palabra. Yo digo lo que he visto junto a mi Padre; ustedes hacen lo que han oído a su padre.”
(palabras de Jesús en el Evangelio de Juan 8, 31-38)